La muerte no es el fracaso de la salud
Desde que el movimiento holístico tomo vuelo, he observado como también han tomado vuelo dos cosas. Por un lado, la conclusión de que el éxito de los procesos de salud está, únicamente, determinado a partir de si el cuerpo físico sana o no. Por otro lado, la permisividad de la gente para juzgar y opinar sobre los procesos ajenos.
Yo misma cargaba este juicio, este incorrecto permiso de analizar la vida de otros. ¡Qué violento es hacer especulaciones de los demás! A partir de que leí, hace muchos años, el libro de Ken Wilber: Gracia y Coraje, pude observar a través de unos lentes ajenos. Tomé conciencia de lo brutalmente juicioso que es cuando una persona se entromete y opina sobre un proceso íntimo, que no necesita análisis sino respeto.
Por otro lado, cuando el cuerpo de alguien no se cura de una enfermedad, la gente concluye erróneamente que la persona simplemente no se esforzó lo suficiente, sin considerar que somos más de un cuerpo, y que no todos los procesos de salud se manifiestan, necesariamente, en el cuerpo físico.
Caroline Myss en su libro Anatomía del Espíritu hace una observación muy elocuente sobre este tema:
"Una y otra vez he atestiguado que la sanación es cuestión de volverse consciente, no de la enfermedad, sino de una fuerza vital que la persona nunca antes había acogido".
¿Esto significa que las personas que no se curan no han expandido su consciencia? Para nada, pero la noción de que han fracasado se ha convertido en una idea popular del mundo holístico que más allá de aportar, lastima. Una tendencia humana de caer en las generalizaciones superficiales del blanco-negro, ganar-perder o bueno-malo.
La muerte no es el fracaso de la salud, la muerte es una parte inevitable de la vida. La muerte es nuestro acenso, no nuestro castigo.
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