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Antes del Namaste


Muchos nos maravillamos de la frase la luz en mí saluda a la luz en ti, o cualquiera de las muchas versiones de la famosa occidentalización de Namaste o Namaskar. Sin embrago, para terminar preparatoria primero comencé en primero de primaria ¿A qué voy con esto? Es muy acogedor hablar sobre honrar mi luz y reconocerla en le otre, pero en mi vida práctica, en las cuestiones mundanas del día a día ¿qué tan real es que al idiota que llegó media hora tarde a la junta sin ni siquiera decirme lo siento, le diga mentalmente y con mi actitud: la luz en mí saluda a la luz en ti? Quizá tu coco no sea la impuntualidad ¿qué tal los neuróticos en el tráfico? Si no es el tráfico, simplemente piensa en algo más. ¿Entiendes mi punto? Creo que si realmente queremos hacer el concepto algo vivencial, tenemos que dar un paso atrás todes nosotres mortales que aún no nos iluminamos. Comencemos con primero de primaria: la humanidad en mí saluda a la humanidad en ti.

Puede que la luz en mí saluda a la luz en ti nos funcione en los primeros 35 minutos después de acabar de meditar, 30 minutos después de terminar nuestra clase de yoga, un día después de recibir la promoción de tu vida, pero honestamente, en el día a día, tendremos más alcance y podremos conectar mejor con la menos-iluminada-frase: la humanidad en mí saluda a la humanidad en ti.

Queramos o no, estamos en esta experiencia humana juntes, todes sabemos lo que es estar enojades o tristes, que te rompan el corazón, etc... quizá las formas cambian, las culturas cambian, las religiones cambian, pero lo que no cambia es el rango de emociones humanas. Tal vez yo me recargue más en algunas emociones y sean diferentes a las tuyas, pero aunque yo sea más enojona y tú quizá más melancólica, las dos tenemos acceso a ambas y en efecto, hemos experimentado ambas emociones porque les dos tenemos el mismo rango emocional: el rango humano, y este rango traspasa nuestra clase social, nuestra cultura, nuestra nacionalidad, preferencia sexual, etc.

Regresemos al idiota que llego tarde a la junta. Ok, puedo reconocer que yo también he llegado tarde a ciertos lugares. Tal vez cuando yo lo hago, llego súper apenada y no evado el tema como él lo hizo, pero en vez de eso me invente una mega mentira en el camino y llegué preparada con mis ojos de cachorro para recitar mi monologo de que E.T. se me cruzó en el camino.

¿Qué pasa con el que casi se me embarra con el coche y aparte de eso me la mienta? A decir verdad no me puedo disociar, hay veces que a mí también se me han cruzado los cables. En una ocasión me caché a mitad del periférico mentándole madres al que se me ponía enfrente simplemente porque estaba harta de estar a vuelta de rueda y además me estaba haciendo pipí.

Al decir la humanidad en mí saluda a la humanidad en ti lo que estoy reafirmando es que sin importar qué, tus emociones cuentan tanto como las mías. Es como si esa parte tentadora dentro de mí que quiere separarme y decir 'tú o yo', se ve modificada a un 'tú y yo', es como un Resistol 5000, un puente entre dos mundos. Es una forma de conectarme con la tan famosa frase haz a otros lo que quisieras que otros te hicieran a ti. Regresemos a primero de primaria, a esta perspectiva la humanidad en mí saluda a la humanidad en ti que le abre las puertas a la empatía, a la escucha, a que tome en cuenta tus emociones tanto como las mías y viceversa.

Al honrar tu humanidad a partir de mi humanidad, lo que estoy haciendo es creando un repelente a esos espacios donde te juzgo y me veo como mejor que tú; o esos espacios donde me defiendo porque me siento menos que tú; o los espacios donde te exijo que me des, sin yo estar ofreciendo ni una migaja a cambio. Honrar tu humanidad es un repelente a todos esos espacios donde culpo, juzgo, etiqueto, me separo y me enredo en las distorsiones.

El que tengamos el mismo rango emocional es una bendición porque es lo que hace que nos importemos. Gracias a eso y a nuestras neuronas espejo fue que nuestras almas lloraron cuando vimos la imagen de Omran, el niñito de cinco años de Aleppo, ensangrentado y sucio sobre la ambulancia después de haber perdido a su familia por un bombardeado. Fue esa imagen que hizo que a muchos nos cayera el veinte de lo que implicaba: guerra en Siria o simplemente guerra. Nos importó porque compartimos nuestra humanidad y aunque no sabemos qué estaba sintiendo Omran en ese momento, sabemos que estaba en shock y que detrás de un niño al cual ya ni siquiera le salen lágrimas hay un profundo sufrimiento. Todes sabemos lo que es el sufrimiento y nuestra naturaleza es no deseárselo a nadie, mucho menos a les niñes.


Vivimos en una sociedad que se rige desde el individualismo y el paradigma de la separación. Nadie allá afuera llegará como arte de magia a instalar un chip diferente. Si queremos algo diferente necesitamos caminar diferente. Es por eso que leo la luz en mi honra a la luz en ti y sé que en cuestiones prácticas es como si me hicieran examen de álgebra cuando apenas estoy comenzando a multiplicar. Necesito comenzar en mi nivel si quiero avanzar, y avanzar hoy es una necesidad. Al ver el estado del mundo, no me toca quedarme con los brazos cruzados y decir allá hay guerra, allá hay violencia. Me toca ver en qué espacios dentro de mí hay violencia (sin importar el grado) y sensibilizarme para llevarme a un escalón más hacia la paz.






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